‘Relación de asombrosos
—dizque—

HALLAZGOS

acerca de la comunicación humana y su evolución’


 

Autor: Jaime Serra
Edita: Errea
Idioma: Castellano
Formato: 24 x 31.8 cm. (sin desplegar)
Papel de diverso tipo y gramaje

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“Padre, perdónales porque todo fue un malentendido”
’The New Yorker’
Año Nisan 1. 14


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Besos y Puñetazos

“La palabra puede ser un interesante ejercicio, pero nada puede sustituir el poder comunicativo de los besos y los puñetazos”

 

La principal dificultad para determinar en que momento empieza el lenguaje estriba en que sería necesario definir que entendemos por tal cosa. Al respecto hay enormes diferencias de opinión; pues, aunque se suele convenir en que el lenguaje aparece hace 50.000 años, entre los especialistas existe un debate abierto que amplía la cifra hasta el medio millón.
Desde un punto de vista antropocéntrico, el lenguaje es exclusivo del Homo sapiens y, por tanto, su nacimiento y desarrollo.
Tracemos mentalmente un conjunto de círculos concéntricos. En el centro se encontraría el sur del río Zambeze, en el actual Mozambique, cuna del Homo sapiens según el ADN mitocondrial. En los siguientes círculos se encontrarían los territorios a los que se fueron expandiendo nuestros antepasados: Asia, Australasia, el continente europeo y América; por este orden. En el círculo de mayor radio, muy cerca de la actualidad, encontramos Hawái, uno de los últimos lugares que conquista el Homo sapiens.
Veamos, ahora, que sucede con el lenguaje. Mientras los idiomas que se hablan en el centro de nuestros círculos modulan las cuerdas vocales hasta alcanzar una sutileza de sonidos que alcanza los 100 fonemas, en el último de los círculos, en Hawái, esta capacidad apenas alcanza los 13 fonemas. ¿Quiere esto decir que los humanos que conquistaron las islas del Pacífico no desarrollaron por el camino el lenguaje del mismo modo que los que quedaron en África, y que podemos ver en Hawái el pasado, como quien ve la luz de la estrella que ya se extinguió? O, por el contrario, algo mucho más simple: con el tiempo estamos perdiendo capacidades lingüísticas.

 

‘El Documento de Asunción’
15,7 cm x 10 cm
1920 (circa)
American Association of Neuroradiology
Según los científicos, el valor de este pequeño pedazo de papel impreso radica en que apunta a que los humanos podrían haber dispuesto de una singularidad anatómica en la laringe que les habría permitido comunicarse mediante sonidos.

 
 

 

En cualquier caso, la palabra, con la que me expreso, no solo es herramienta de comunicación. De hecho, y esencialmente, lo es de construcción de una realidad, la mía; la nuestra, la de cada uno, la única posible.
Una vez construida –la realidad- intentamos encontrar, con la misma herramienta que hemos usado para la construcción –la palabra-, un acuerdo con la realidad de los demás. Entre todas las realidades apalabramos una común, que, como es lógico, resulta muy compleja. Entonces inventamos nuevas palabras necesarias. No para comunicarnos, sino para reducir en nuestra mente la realidad hasta hacerla habitable: mi realidad, nuestra realidad, la de cada uno. La única posible.
La imagen también forma parte de esta señalética del territorio. Hacemos complejísimos ejercicios hasta reducir la realidad a formas geométricas: la Tierra deja de ser una inabarcable fuente de palabras para reducirse a un círculo. El tiempo, que el mismísimo San Agustín de Hipona sabe que es, pero no se ve capaz de explicar, se reduce a una línea -de izquierda a derecha (en occidente)-; y la respuesta a lo que somos, de donde venimos y a donde vamos, es una doble hélice.
A mí me parece que si algo se puede reducir a formas geométricas ni es real ni existe.

 
 
 

 

Porque hay cosas reales y hay cosas que existen.
¿Lo que existe es real? No necesariamente. El amor, por ejemplo, existe, pero no es real. El arte, o Dios, o el deseo, en tanto que palabras, existen. Porque lo que no existe es aquello en lo que no podemos pensar.
Pensamos en palabras. Que no son reales pero existen.
Y seguramente, hay cosas reales que no existen porque no podemos pensar en ellas.
En definitiva: aun y reconociendo que hay cosas reales que existen, lo real no necesariamente existe, y lo que existe no es necesariamente real.

‘The History of Spiritualism’
Arthur Conan Doyle
Comunicándonos con el más allá: la fotografía como médium
A la derecha, fotografía de Mary Todd, esposa del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Abraham Lincoln, con la imagen velada de un hombre de sorprendente parecido con su esposo, apoyando las manos en sus hombros. La imagen fue tomada siete años después del asesinato de Lincoln

 
 
 

 

Cada parte de nuestro cuerpo dispone de dos áreas en el cerebro con dedicación exclusiva, una relacionada con el aspecto motriz y otra con el sensitivo. El tamaño que estas áreas tienen en el cerebro no guardan relación con el tamaño que tienen en el cuerpo. Por ejemplo, el área dedicadas al dedo pulgar es, proporcionalmente, mucho mayor que la dedicada al tronco entero: manejar las redes desde el teléfono móvil es más complejo, —y tiene más corazoncitos— que mantenerse erguido en la silla-.
En los años cincuenta del pasado siglo, un neurocirujano, Wilder Pendfield, realizó una representación visual de cómo sería nuestro cuerpo otorgándole a cada parte las proporciones que tiene en el cerebro. El resultado es un individuo de grandes manos, boca y ojos desproporcionados y cuerpo reducido.
Es decir: nuestros ojos le dicen al cerebro que tenemos un cuerpo distinto al que percibe. ¿Y nosotros a quien debemos hacerle caso? ¿Al ojo? ¿Al cerebro?
Si nos amputasen una parte del cuerpo está podría respondernos, porque sin estar nos seguiría hablando, ya que la parte que le corresponde en el cerebro seguiría funcionando. (Dicho de otro modo: nos falta parte del hardware, pero el software sigue instalado). Nos falta el brazo derecho –por ejemplo- pero nos sigue doliendo, picando, o teniendo frío como si fuera real.
Pero no lo es. Solo existe.

‘This is what we look like, this is who we are’
’Time Magazine’
3 de julio de 1950
‘¿Reconoce a alguien?
TIME le ha pedido a distintas personalidades que nos cuenten como sienten las distintas partes de su cuerpo.
El artista gráfico Jaime Serra ha realizado su visualización a partir del modelo del Dr. Wilder Penfield.

 
 
 

 

El hígado, el que todos tenemos, aunque no lo veamos, existe y es real. Nuestro hígado es cultura (que tampoco vemos y también existe): si tiene una mayor tolerancia al alcohol, si es más o menos graso, si es cirrótico o si desarrolla más o menos quistes, tiene menos que ver con la genética que con nuestros hábitos, que son, esencialmente, cultura.
Todos los nacidos en culturas católicas somos, culturalmente hablando, católicos. La impregnación que tienen las religiones en las culturas es extremadamente profundo: nuestro hígado es católico.
¿Y cuál es la piedra angular de nuestro hígado? Respuesta: la crucifixión, el icono cumbre del catolicismo Y dentro de este acto el instante en que Cristo pide clemencia al Padre (Dios, que es una palabra): “Perdónales porque no saben lo que hacen”. Y no, no lo sabían: no habían entendido nada. Todo fue un malentendido. Ese, el malentendido, es la piedra angular de nuestra cultura, de toda cultura humana
–aunque no en todas las culturas un malentendido termina en crucifixión-.

 

“Padre, perdónales porqué todo ha sido un malentendido”
Ilustración de Marc Chagall
’The New Yorker’, año Nisan 1. 14

 
 
 
 

 

Y la palabra, con la que me expreso, es la principal causa del malentendido.
El escritor americano William Seward Burroughs vivió convencido de que la palabra es un virus —literalmente, venido del espacio exterior—. Un virus capaz de mantener a nuestra mente prisionera en una cárcel perfecta, tan perfecta que no nos damos cuenta del encierro. La libertad posible consistiría en derribar sus muros con la misma materia de la que están hechos: la palabra.
Burroughs dedico buena parte de su obra, de su vida, a la subversión de las convenciones del lenguaje escrito. El llamado ‘cut-up’ fue una de las técnicas que empleó.
Años 20: Tristan Tzara (uno de los fundadores del dadaísmo) ofreció crear un poema en el momento sacando palabras aleatorias de un sombrero. Sobrevino un disturbio y André Bretón lo expulsó del movimiento (surrealista). —Como si los movimientos fuera reales y de ellos se pudiese expulsar algo—.
Años 50: El pintor y escritor Brion Gysin coloca hojas de periódico para proteger la mesa sobre la que está cortando papeles con una hoja de afeitar. Los periódicos protectores quedan cortados mostrando interesantes yuxtaposiciones. Entonces, corta deliberadamente en secciones, artículos de periódicos y revistas reorganizándolos azarosamente.
(Julio Cortázar escribió buena parte de su famoso ‘Rayuela’ con este truco).
Gysin le muestra el asunto a su amigo, el escritor Burroughs. Juntos se dedican a cortar y reorganizar escritos impresos y grabaciones de audio en un intento de decodificar el contenido implícito de un material. Burroughs llega a sugerir que la técnica de recortes podía ser utilizada como método para adivinar el futuro: "Cuando se cortan líneas de palabras el futuro se filtra", dice.
S. XXI: Hoy. Ahora. Google utiliza la lógica sugerida por Burroughs: corta palabras de nuestras búsquedas en Internet y las reordena consiguiendo anticiparse de este modo a epidemias virales, estados de ánimo sociales e, incluso, a nuestros deseos más íntimos.

‘Aíslan el virus de la palabra’
Portada del diario de Barcelona, ‘La Vanguardia’
11 de abril de 1950

 
 
 

 

Los deseos. Los deseos son concreto. Los deseos son besos y son puñetazos.
Las palabras son vagas. Y cuanto más vaga es una palabra, más dudosa es la existencia de lo que pretende enunciar.
Marcel Duchamp dilató tanto los posibles significados de la palabra arte que se podría decir que le quitó el significado. Todavía hoy siguen pendientes de respuesta las preguntas más obvias que formula con el primero de sus ‘readymades’, allá por el año 1917: el mingitorio vuelto del revés y convertido de este modo en ‘fuente’: ¿qué es arte? ¿quién hace el arte? ¿quién decide que es –o no es- arte? Y la más contemporánea de todas: ¿qué precio tiene el arte? —Estas son las preguntas de respuesta social, las otras, de carácter más personal, debe hacérselas cada uno—.
Sin embargo, la destrucción de una palabra abre inmensas posibilidades creativas: rellenar, redefinir, repensar todo aquello que la palabra dejo huérfano.
Así pues, Marcel Duchamp acometiendo uno de los homicidios más creativos de la historia —el de una palabra—, nos deja como legado un terreno de acción del que no se avista horizonte final. Todo valdría (incluso la palabra) y todo acto (¿artístico?) no es más que una ridícula —por insignificante— delimitación humana en medio del desierto más fértil que podamos imaginar.

 

‘(Cementerio de mentirosos).
Nuevo Lenguaje de Marcel Duchamp: Info-grafía Subjetiva’
Por Jean Suquet y Richard Hamilton
Revista ‘Life’, nº 16, octubre de 1923

 
 
 
 

 

Y los sapiens somos tan imaginativos.
En 1921 el maestro chocolatero alemán Hermann Rorschach crea la conocida empresa de dulces de cacao con su apellido como marca.
Desde su creación Chocolates Rorschach se comercializó en diez sabores diferentes: Ansia, Deseo, Dulzura, Serenidad, Melancolía, Amargura, Alegría, Desdén, Amor y Fe.
‘Atiende a tu subconsciente’ fue el exitoso eslogan de la marca.
Los primeros embalajes y campañas publicitarias tenían como imagen una serie de formas abstractas, diferentes en forma y color según el sabor.
Al igual que el eslogan, estas singulares formas se hicieron rápidamente famosas en todo el mundo como ‘las manchas de Rorschach’. Su característica simetría bilateral se debe a la forma casual en que se crearon: a partir de una mancha de chocolate en un papel doblado y vuelto a desplegar.
En los años treinta, las características manchas se sustituyeron por imágenes de psicoanalistas como Sigmund Freud, Lev Vygotsky, Jean Piaget, Skinner, Daniel Kahneman o el psiquiatra Carl Gustav Jung.
En los años setenta, y frente a una profunda crisis de valores, la empresa adoptó una estrategia de comunicación llena de contradicciones: el clásico eslogan ‘Atiende a tu subconsciente’ se acompañaba con imágenes de personalidades del cine, la moda y el entretenimiento.
Sería esta estrategia, junto con el lanzamiento el año 1998 de Chocolates Prozac, de la multinacional Lilly, la que llevaría a la ruina a Rorschach.
“En cualquier caso, el subconsciente jamás existió”, fue la campaña con que la marca anunció el cierre.

 

‘¿Puedes verlo? Atiende a tu subconsciente’.
Rorschach. Maestros chocolateros

 
 
 
 

 

Se dice que los tres monos, el que no habla, el que no escucha y el que no mira, son sabios. No son sordo, mudo y ciego, podrían usar los sentidos, pero se los cubren: renuncian a ellos. Tampoco es que uno calla, pero mira y escucha; otro que habla y escucha, pero no ve, y otro que ve y habla sin escuchar: son tres que representan a uno, que ni escucha, ni habla, ni ve.
No queda claro que sean sabios, lo único evidente es que son monos.

Mizaru, Kikazaru y Iwazaru
National Bibliothek des Kongresses
23 cm x 12,3 cm

Jaime Serra
Soliloquio dictado en Fabrica de Gomas, con motivo de la presentación de ‘Relación de asombrosos —dizque— hallazgos acerca de la comunicación humana y su evolución’.
Pamplona, diciembre del 2021


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En Fábrica de Gomas, junto a Javier Errea, Director de Errea Comunicación y editor de ‘Los 15 son los 15’, caja azul que contiene ‘Relación de asombrosos hallazgos (…)’, y Carlos Grassa Toro, escritor, autor del libro ‘Todos los deseos del mundo’, incluido, también, en la caja azul.

Fotografía de José Carlos Cordovilla
’Diario de Navarra’

 

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