LA BALLENA FRANCA


‘La ballena Franca’
Revista ‘Viva’, ‘Clarín’
Argentina, 1996

Desde este enlace puedes ver y descargar ‘La ballena franca’ en alta resolución (documento pdf. Texto trazado en vectores. Imagen a 300 puntos por pulgada.
Si bien se permite la reproducción sin modificaciones, se ruega
se notifique su uso.

Boceto general
Incluido en la edición facsímil
‘La ballena franca. El gráfico más influyente del período 1992-2012’. Cien ejemplares numerados y firmados


Enlaces relacionados

Las influencias, generalmente, pertenecen al pasado

Un texto de Jaime Serra sobre el proceso creativo Malofiej 20

Visión interior

Un texto de John Grimwade, sobre ‘La ballena franca’
Malofiej 20

“La infografía más influyente del periodo 1992/2012

Resumen del galardón otorgado por la SND-E

El elefante marino

Trabajo incluido en el reportaje publicado en Clarín, ‘La ballena franca’

Traç. El dibujo como herramienta de conocimiento

Exposición de ‘La ballena franca’ en Arts Santa Mónica, Barcelona, 2014


Selección de artículos publicados sobre ‘La ballena franca’

 

Calidad artesanal

 
 

ARCHIE TSE
Director de Infografía de The New York Times
Texto publicado en Malofiej 20
2012

Imagen del atentado contra el Edificio Federal Alfred P. Murrah, Oklahoma, EE.UU. 1995

‘La Ballena franca’ de Jaime Serra supuso una ruptura estilística del trabajo con vectores, que había sido un elemento básico de los gráficos hasta aquella época. La pieza central es una ‘renderización’ pictórica de una ballena situada encima de un fondo con texturas, lo que le brinda al conjunto una calidad artesanal.

Para explorar su significado, me fijé en otro ganador del concurso de la SND de 1996 (el mismo año en que ‘La ballena franca’ ganó un Oro): un gráfico de última hora realizado por el equipo del Dallas Morning News sobre el atentado de Oklahoma. El gráfico era a doble página anclado en un dibujo de línea esquemática en blanco y negro del edificio gubernamental que recibió el ataque.

Los dos gráficos ejemplifican el debate sobre si la claridad y la simplicidad son más importantes que la expresividad y el arte. Uno se comunica a través de la riqueza visual y el otro es más frío. Uno es la visión de un único artista mientras que el otro está hecho en equipo. Uno se presento, creó y publico en menos de un día; en cambio el otro se trabajo durante un periodo más largo de tiempo.

Muchos de nosotros aspiramos a reproducir la emoción visual que se consigue con ‘La ballena Franca’ y transmitir la misma calidad y cantidad de contenido periodístico del atentado, pero resulta complicado alcanzar ese equilibrio, sobre todo con una fecha límite. La pieza de Jaime se acerca mucho a ese equilibrio. Su logro consiste en atraer a los lectores hacia la información mediante algo hermoso. Su trabajo influyó en un gran número de diseñadores que produjeron variaciones de este modelo. Sin embargo el debate sobre el estilo y la claridad continua abierto.


Salvaje libertad

 
 

NIGEL HOLMES
Artista gráfico
Sitio web
Texto publicado en Malofiej 20
2012

Gerd Arntz
1900-1988
Grabado, fecha desconocida

‘La Ballena Franca’ es un ejemplo perfecto de la forma en que Jaime combina magistralmente arte y hechos. Me recuerda a otro gran artista, Gerd Arntz, más conocido por su colaboración con Otto Neurath en los años 30. Naturalmente, el arte de Jaime es muy distinto al de Gerd, pero como ambos trabajan como infografistas, su arte es lo primero que llama nuestra atención, lo que nos introduce en sus dibujos, y, a continuación y de forma inmediata, nos proporciona la información, el sentido de sus diseños. Es el arte lo que hace que lo leamos, que aprendamos de él, que volvamos una y otra vez para buscar más detalles… En definitiva, que lo amemos.

Hay una salvaje libertad en el trabajo de Jaime, la libertad por la que muchos de los que trabajamos en el sector del diseño de la información luchamos pero que no nos atrevemos a probar. Lo que funciona tan bien en ‘La ballena’ es la firme conexión entre unas imprecisas manchas pictóricas de colores y unos sencillos gráficos con sentido, todo ello unido por una jerarquía de tipos y una paleta de colores excelentemente controlada. Sin trucos informáticos ni efectos de visualización de datos.

Simplemente arte.

 

Inolvidable

 
 

ROBERTO GUARESCHI
Periodista y poeta
Director de Clarín
Texto publicado en la edición facsímil ‘La ballena franca’
2013

Siglo XX, año 95, sur de la Argentina. Un catalán, alto, fornido, poco pelo. Un viento frío cruza la estepa patagónica y lo empuja en el borde del atlántico a 40 kilómetros por hora.
Las ballenas se alzan en un tumulto de agua y espuma: tres, cuatro machos compiten por penetrar a una hembra, Es época de celo.

Jaime Serra es un periodista; trabaja en Clarín, hace infografías. Quiere conocer a la ballena franca en el lugar del mundo donde viene a aparearse y a parir. Su trabajo no será un dibujo de un dibujo de una foto. Jaime escapa de su escritorio, viaja, busca, vive. Es un periodista: quiere saber. Anotará mucho y publicará algo; el resto será ese cimiento invisible que le da potencia a lo que se ve.

Jaime vuelve a una casucha de madera azul desteñida por la sal del aire. Lo espera su habitante y principal fuente de información, Guillermo Harris, típico anglo argentino, alto, parco, es amable y distante. Vive allí con su familia en la soledad de la estepa y trabaja con la Fundación Patagonia Natural: observa, registra y recuenta a las ballenas hace muchos años.

A Jaime le costó convencer a su jefe para que emplearan recursos que no suelen destinarse a la infografía, sobre todo gastos de viaje. Primero sus compañeros se rieron: este es un vivo que quiere un paseo gratis. Pero él mismo había hecho los contactos, venía preparándose durante meses. Interesante, inapelable; fin de la risa.

Jaime está en una lancha de avistaje. Siente miedo porque las ballenas están a dos metros y una enorme sombra no termina de pasar bajo la barca. Pero ellas, igual que Jaime, sólo quieren saber; navegan a la velocidad del bote, despacio, delicadamente. Una cría asoma la cabeza y toca la lancha con su morro tan suave que no se nota. Su madre mide unos 15 metros y ella dos, tal vez tres. Las ballenas son dueñas del golfo. Se quedan dos meses una vez por año protegidas en esas aguas quietas en la provincia de Chubut. A Jaime se le va el miedo. Anota y anota. La inmensidad llana y árida de la Patagonia se aviene con su espíritu. El desierto y no el bosque.

Jaime es un aventurero; vino a Buenos Aires a contramano. España era muy prospera en aquellos años y los españoles no venían a vivir en la Argentina. Lo había contratado Clarín para que formara a una generación de infografistas. El diario vivía en aquellos años un proceso de rediseño completo y quizás él también quería hacer cambios profundos en su vida. Caminaba por la ciudad y la ciudad lo inspiraba. Un día se topó en una librería de viejo con hermosas infografías del gobierno de Perón. Un día quiso aprender a bailar tango.

Yo era el director de Clarín y aquel proyecto de cambio me hacía feliz. Era un gran trabajo colectivo lleno de mística y creatividad. Queríamos calidad con calidez, inteligencia y emoción en todo lo que el diario ofreciera. Es lindo pensar que eso es lo mejor del alma de los argentinos. Jaime sintonizó de entrado con eso posiblemente porque esa mezcla ya formaba parte de él.

El gráfico de la ballena austral reúne esas condiciones. Está muy lejos de esas infografías de iconos prefabricados: mujercitas como muñecas, autitos de juguete, soldaditos de plomo, una ese cruzada para el dinero. Sus infografías, en cambio, viven porque ahí está su mano de artista. Cada una es un original que entra directamente al corazón del lector y deja una impresión indeleble. Sólo se inscribe para siempre en la memoria lo que está impregnado por la emoción. La ballena de Jaime es inolvidable.



No todo es ‘big-data’

 
 

FERNANDO G. BAPTISTA
Senior Graphics Director
National Geographic Magazine
Texto publicado en Malofiej 20
2013

‘La ballena franca’ de Jaime Serra tuvo sin duda una gran influencia en mi carrera como infografista. Desde siempre he compartido con él ese interés por contar visualmente historias mediante soluciones artísticas libres, sin limitaciones derivadas de la tecnología, la herramienta utilizada o de libros de estilo predefinidos.

En 1995 la mayoría de los por entonces ‘dibus’ utilizábamos ordenadores para realizar nuestros gráficos mediante programas informáticos. Por entonces yo empezaba a experimentar con ilustraciones realizadas a mano. Sólo llevaba tres años en la profesión y de pronto fue toda una sorpresa descubrir los trabajos de Jaime, como la ballena, los inventos o el beso, ejecutados artesanalmente y creados a partir de materiales tangíbles que les daban ese aspecto tan orgánico. De pronto me transmitieron la sensación de que se abría ante mí, un mundo de posibilidades comunicativas. Todo parecía estar permitido, pero lo más importante en esa búsqueda de un atractivo visual y en esa capacidad de sorpresa era que Jaime nunca dejaba de lado la esencia de toda infografía: la información, ya que contaba las historias de una forma sencilla, rápida y clara. Jaime se desenvolvía con la misma libertad que aquella ballena franca exhibía.
De hecho, en Jaime parece que todo empieza con ese espíritu curioso e innovador y esas ganas de conocer que le son innatas. Muchos de sus gráficos son historias elegidas por él mismo. Temas de los que ansía conocer más y por los que le apetece investigar e indagar y qué, sobre todo, tienen posibilidades de desarrollo gráfico. Él investiga la historia, realiza la edición de la información y plantea cuál es la mejor solución estética para presentarlo. ¿Es arte? Bueno, creo que eso es algo que al lector no le preocupa, mientras reciba la información de una forma clara, concisa y elegante.
El propio Jaime me contaba cómo allá a comienzos de los noventa, una vez superada la novedad que supuso la llegada de los ordenadores Apple y las nuevas posibilidades que éstos ofrecían, le apeteció volver a sus raíces originales e ilustrar a mano. Ya en 1992 realizó un gráfico sobre los Juegos Olímpicos mediante ilustraciones artesanales. Después iría contando otras historias con ese sello suyo tan personal, mezcla de todo tipo de influencias, arte, literatura, música, otros artistas gráficos, etc. Para Jaime la infografía es un proceso creativo. Él sabe cómo tamizar todos esos ‘imputs’ hasta crear sus infografías. Me decía: “Si hay que crear un estilo, que sea el tuyo propio, no hay que quedarse en una imitación”.

Los aspectos estéticos y la ilustración en el gráficos sirven, en primer lugar, para enganchar, situar y después convencer al lector con una buena información de base. Ilustración o arte son términos que en ocasiones se han usado despectivamente entre los colegas infografistas. A veces incluso se confunden ilustraciones con gráficos. Pareciera que por el mero hecho de ser ejecutado mediante ordenador la pieza estuviese más cerca de ser considerada una infografía, mientras que si por el contrario se realiza por medios analógicos, se ve más cercana al concepto de ilustración. Mi opinión es que esta confusión suele darse entre quienes no suelen realizar este tipo de gráficos ilustrados o diagramáticos. En la visualización de datos manejamos información abstracta o cuantitativa en forma de tablas —numéricas o de texto—, estadísticas, mapas, etc. mientras que cuando realizas un gráfico diagramático utilizas referencias visuales de elementos más palpables, como fotos, planos y medidas. No somos tan diferentes. En el primer caso el resultado es una solución gráfica en forma de ‘chart’ y en el segundo es una ilustración creada con información visual, en muchos casos construida a partir de información o teorías, es decir, generada también por primera vez o sin modelos ni referentes visuales directos. El lector la mira, la estudia y recibe una información de cómo era, es o será aquella realidad descrita desde una perspectiva que sería imposible lograr mediante cualquier otro procedimiento. El hecho de que ese resultado final tenga una importante carga estética debe servir para facilitar la comprensión final, Nunca ha de dificultarla. Por tanto, más que una oportunidad expresiva artística o de aportación subjetiva, considero a ese atractivo externo o enganche como una importante herramienta comunicativa más, supeditado siempre a mejorar la transmisión de información de un gráfico previamente bien planeado y editado.

Encontrar tu propio estilo
Algunos de los trabajos de Jaime nos recuerdan esa idea de cuaderno de campo, con anotaciones, estilo collage, siempre muy personal, mezcla entre diario técnico y artístico, con muchas capas de información alrededor de una potente imagen o idea. Me lo imagino sentado en frente de una mesa llena de materiales, apuntes y papeles, moviendo las piezas con sus manos buscando la composición más clara del gráfico. Esa búsqueda personal de un estilo de comunicación visual te obliga a beber de todo tipo de referencias y a experimentar con técnicas variadas. Esa es una parte muy excitante de nuestro trabajo. Encontrar tu propio estilo en la forma y en la estética no es sencillo, pero sí recomendable. Lleva su tiempo. Vas cambiando y evolucionando hasta que encuentra tu forma de contar historias visualmente. Las referencias, dependiendo de cada persona, pueden provenir de fuentes de todo tipo. En mi caso, normalmente para cada proyecto busco referentes tanto para la forma como para la estética. Es mi método de trabajo. En esa búsqueda del ambiente y la atmósfera apropiadas para el gráfico me inspiro en otros autores, libros antiguos, cómic, artistas modernos e incluso créditos de cine. Todo me puede llegar a servir en esa búsqueda de inspiración. El siguiente paso, cuando tienes solucionado el planteamiento general del gráfico, son los colores, la iluminación y las texturas. Mi idea básica es que el lector sepa de un vistazo de qué se le está hablando. Puede ser un gráfico muy rico en detalles, pero sencillo en la forma. Dedico muchísimo tiempo a simplificar y resumir. Todo ha de servirme para clarificar el gráfico. Así he pretendido siempre que sea el proceso creativo desde que comencé en este mundo de la infografía y desde que autores como Jaime Serra me enseñaron a no encorsetarme en moldes preestablecidos.



 Una ballena no es un coche de bomberos

 
 

JAVIER ERREA
Directo de
Errea Comunicación
Presidente del Capítulo Español de la Society for News Design
 
Texto publicado en la edición facsímil ‘La ballena franca’
2013

‘La ballena franca’ se publicó en 1995 en las páginas de la revista dominical ‘Viva’, que aún edita el diario argentino Clarín. En marzo de 2012, infografistas de todo el mundo respondieron a la convocatoria del Capítulo Español de la Society for News Design y de la Cumbre Mundial de Infografía Malofiej y eligieron este gráfico del catalán Jaime Serra Palou (Lleida, 1964) como el más influyente de los últimos veinte años. 

‘La ballena franca’ no es, como se ha dicho, el primer trabajo de Serra que transgrede el pensamiento o, más bien, el lenguaje único hasta entonces dominante en la infografía mundial. Antes que ‘La ballena franca’ está el modesto ‘Salarios que no alcanzan’, también publicado ese año por Clarín en su sección de Economía. Y no a doble página, precisamente. De éste ha dicho el propio Serra que es el primero en el que desliza un punto de vista —una opinión— a la vez que presenta la información de manera rigorosa. Es decir, que en ‘Salarios que no alcanzan’ no sólo pudiera situarse el origen de la inolvidable era Clarín, con todo lo que eso significa, sino también el punto de partida remoto de la no menos inolvidable era La Vanguardia, la de sus inclasificables columnas dominicales, que arrancó en 2010 y que por fortuna seguimos disfrutando hoy.

Así pues, ‘La ballena franca’ no puede apropiarse del calificativo ‘pionero’ o ‘primero’. Pero sí de ser el gráfico que le ha hecho más conocido a Serra, el que mejor simboliza con toda su potencia visual la ‘nueva’ forma de narrar que tanto buscaba desde jovencito. Todo parte de una obsesión, la misma que guió durante toda su vida a Marcel Duchamp, su gran referente: “No dibujar una ballena igual que un coche de bomberos”. Dice Serra que con la dictadura visual vigente entonces —la dictadura Mac— “aquello estaba ocurriendo”. Se sucedían trabajos clónicos por atmósfera y realización. “Mi reto era conseguir que no todo fuera igual”. Lo mismo que Duchamp, y que Kiefer, Beuys, Tàpies, Louise Bourgeois, Bacon. Lo mismo que Nick Cave, Bob Dylan, Johnny Cash, Lou Reed, Talking Heads, Miles Davis. A todos ellos y al cine de serie B y al cómic y a los territorios de frontera (Tijuana, Marruecos...) cita Serra admirada, persistente, fielmente. No, nunca dibujar una ballena igual que un coche de bomberos, pero quizá sí dibujar una ballena utilizando coches de bomberos.

Jaime Serra decidió combinar códigos universales a la hora de presentar la información e introspección personalísima a la hora de decantarse por el lenguaje: su voz. No hay duda de que en su camino hubo siempre una voluntad de estilo. Una necesidad apremiante. Vinculada al arte popular y, casi a renglón seguido, a la vida de las gentes más diversas y sencillas. Y a contar todo eso con la máxima precisión, eso sí. “Yo no quería montar las cosas con FreeHand o en Photoshop sino en un original. El gráfico debía ser el propio original”. Si se presta atención, uno descubrirá que por la piel grasa de la ballena no circulan en realidad coches de bomberos, ¡valiente idea!, pero sí jugosas y centenarias historias del mar: veleros sorteando tormentas, Julio Verne y ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’, arponeros de cetáceos monstruosos, mercantes, curtidos cruceros, los nubarrones asaeteados de Turner, tantos atardeceres en Gran Sol, el oleaje, el salitre, el rumbo y la deriva. La vida en miniatura, como en los códices, con todo su pálpito intacto.

El dibujo original de ‘La ballena franca’, hecho mediante una técnica que consiste en transferir imágenes fotocopiadas mediante disolventes, es apenas una tabla de 47,3 centímetros de ancho por 25 centímetros de alto. Para su realización, por este orden, Jaime Serra pidió viajar a Península Valdés, en el sur de la Argentina, lo miraron como a un ‘boludo’, viajó en efecto, se informó y tomó apuntes, y se encerró por fin algunas mañanas en su departamento de Once, en Buenos Aires, fuera de horario, donde y cuando todo se acababa cociendo. La tabla estuvo colgada un tiempo en la oficina de Roberto Guareschi, el director de Clarín que apostó por la infografía. Luego, en 2002, viajó a España con las corrientes del Atlántico y se expuso por primera vez en la Sala de Armas de la Ciudadela de Pamplona con motivo de la I Exposición de Gráficos Periodísticos, que organizaron el Capítulo Español de la SNDE y la Universidad de Navarra. Tras un periplo nada tormentoso, ha quedado varada voluntaria, mansa, finalmente en Barcelona.

Casi veinte años después de ‘La ballena franca’, a Jaime Serra le persigue su sombra. Son dos sombras en realidad. La de la ballena y, sobre todo, la suya propia: la que dejó en Clarín, la que viene dejando ahora en La Vanguardia. Eso es bueno y es malo. ¡Se espera tanto de él! Pero mientras sea su propia sombra la que le persigue a él le trae sin cuidado. Ya se encargará de darle el esquinazo. 


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