“¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente.
San Agustín de Hipona
El tiempo sin cartografiar
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Visualización del tiempo de un mes a partir de tres criterios de uso: útil, inútil y sueño.
Pieza y adaptaciones editoriales.
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Como, gracias a una singular mezcla de espacio y temporalidad, encontré el modo de ganarle al tiempo más de seis días en tan solo un metro cuadrado de tiempo.
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¿A que dedicas el tiempo? ¿a qué desearías dedicarlo?
Trabajo realizado por encargo de la UOC para su acto de graduación.
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“¿Se puede perder el tiempo? ¿Cómo sería? Lo más cercano que se me ocurre a perderlo es querer revivir. Querer volver.”
Segundo acto del soliloquio ‘Dialograma: Una Vez Más. Con Sentimiento”.
TIEMPO INÚTIL
El tiempo se me hace, probablemente, el tema universal más fascinante. A fin de cuentas es el espacio donde todos los demás temas se desarrollan. El tiempo es la vida y su ausencia la muerte.
Durante un mes cuantifiqué y cualifiqué el uso de mi tiempo en tres categorías: horas de sueño, tiempo inútil y tiempo útil. Aunque en el promedio mensual resulte minoritario, son muchos los días donde el tiempo inútil, improductivo, perdido –se podría pensar-, ocupa la mayoría del espacio. Si ‘perder el tiempo’ es aburrirse (no necesariamente), tengo en gran valor el aburrimiento. Grandes cosas se han logrado gracias a la necesidad de llenar el hastío. En mi caso el aburrimiento se presenta frente a la ausencia de estímulos emitidos por algo desconocido: algo que aprender. Alcanzar lo deseado (lo aprendido) implica la perdida del deseo, y así, tras el duelo implícito en toda perdida, de nuevo el aburrimiento, del que otro deseo puede nacer.
Un metro cuadrado de tiempo
Como, gracias a una singular mezcla de espacio y temporalidad, encontré el modo de ganarle al tiempo más de seis días en tan solo un metro cuadrado de tiempo.
El sistema métrico decimal como medida de tiempo puede resultar algo extraño. Sin embargo, es bastante habitual utilizar el tiempo como medida de longitud. Por ejemplo, cuando decimos que algo se encuentra a diez minutos de distancia. Gracias a esta singular mezcla de espacio y temporalidad encontré el modo de ganarle al tiempo más de seis días en tan solo un metro cuadrado de superficie.
Hace poco más de tres meses me mudé a una vieja casa que tardé cerca de dos años en rehabilitar. La vivienda, situada en un pequeño pueblo, acumulaba cerca de ciento veinticinco años de desgastes sin apenas ningún mantenimiento. Por motivos esencialmente estéticos, coherentes con la vivienda y el singular entorno, embaldosé la planta baja con toba catalana. La toba es un tipo de baldosa tradicional hecha con arcilla cocida mediante un largo y delicado proceso de fabricación artesanal. Aunque hoy se construye con acabados muy resistentes e hidrófugos, el original se desgasta con facilidad y es permeable al agua. Por tanto, cualquier sustancia que caiga sobre ella deja una mancha. Sin duda esta característica se me hace parte de su encanto: uno puede percibir el paso del tiempo al caminar sobre las formas tonales que han ido creando en el suelo infinidad de momentos en forma de gota. Pero eso sucede con el paso de muchos años. El ahora tiene un color uniforme (paja, en mi caso) y una primera mancha, en medio del monocromo, puede resultar irritante como una llaga en el paladar. El constructor, auténtico artesano conocedor del material, me recomendó: “merece la pena dedicar cuatro minutos para borrar una mancha”. Y, ciertamente, así lo hice con las primeras. Hasta que decidí acelerar el proceso. Tras probar el tono que dejaban sobre las baldosas distintos productos al gotear usando diferentes utensilios, manché el suelo dejando caer gotas de café, aceite de oliva y zumo de naranja envasado con pinceles de los números 12 y 22. Además de no tener que preocuparme por las nuevas manchas casuales, le gané al futuro 6 días y seis horas: el tiempo que habría dedicado a borrarlas.
Café
1.087 manchas
3,5 minutos (tiempo necesario para borrar una mancha cepillándola)
Aceite de oliva
805 manchas
4 minutos
Zumo de naranja
780 manchas
2,5 minutos
Dale deseo a tu tiempo. Dale tiempo a tu deseo.
Trabajo por encargo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
Se le pidió a un alumno de la UOC que cualificase a qué actividades dedicaba su tiempo en un día cualquiera y en que proporciones de tiempo habría deseado dedicarse a esas mismas actividades.
EN QUE USÓ EL TIEMPO
EN QUE HABRÍA DESEADO USARLO
Las veinticuatro horas del día se representan mediante 96 líneas, cada una de las cuales corresponden a periodos de 15 minutos, tiempo mínimo otorgado a cada una de las ocho actividades cotidianas principales: dormir, relaciones sociales, alimentación, estudio, trabajo, familia, nada/entretenimiento y desplazamientos.
Aplicación de la visualización a un reloj que la UOC entregó a todos los graduados del curso 2016/2017
Es paradójico, irónico, incluso, por no usa una palabra de calibre más grueso, que el único asunto realmente serio de la vida sea la muerte. Frente a semejante destino, el resto puede resultar de una banalidad casi insoportable. Con la excepción, quizá, de crear vida, es decir tiempo. Porque la vida es tiempo. Y sí, podemos crearlo, aunque no para nosotros. Algo así como aquello que decía Picabia: “Miente, miente y engaña, pero que no sea en tu propio beneficio”.
El tiempo es el único capital del que realmente disponemos.
El tiempo es la vida y su ausencia la muerte. Simple.
Es un capital finito, lo cual hace realmente curioso ver como lo gestionamos. Hagamos un símil con algo tan concreto con el dinero: sería como si al nacer nos dijeran: aquí tienes un dinero diario infinito hasta que un día, inevitablemente, te arruinarás. No importa lo que hayas gastado o ahorrado. Te arruinarás igual. Supongo que la idea sería gastar todo lo posible. Sin embargo racaneamos o desperdiciamos el tiempo, incluso lo envidiamos, ¡como si los otros tuvieran más! A mí me parece que deberíamos estar regalándolo, a los amigos, a los hijos, a la pareja –si tenemos esas cosas-. Es decir, a nosotros.
Vivir es dilapidar el tiempo. Arruinarse, quedarse sin un segundo en los bolsillos.
No tiene sentido decir lo que hacemos ‘en’ el tiempo, sería lo que hacemos ‘con’ el tiempo. Se entenderá, que si tiempo y vida son lo mismo, lo realmente importante no es lo que hacemos en la vida, sino con la vida. Pero claro, esto implica una enorme responsabilidad, porque nos sitúa al volante. Y no a todos nos gusta conducir.
A veces me pregunto si se puede perder el tiempo. Pareciera que no. ¿Cómo sería? Lo más cercano que se me ocurre a perderlo es querer revivir. Querer volver. Tantas veces queremos volver. Hemos construido, incluso, todo un imaginario: películas, fotografías y videos, álbumes (ahora Instagram), ‘souvenirs’ canciones…
“Este amor apasionado, anda todo alborotado por volver
Voy camino a la locura y aunque todo me tortura sé querer
Nos dejamos hace tiempo, pero se llegó el momento de perder
Tú tenías mucha razón, le hago caso al corazón y me muero por volver.
Y volver, volver, volver…”
¿Pero a dónde?, ¿a dónde quiere volver? ¡No existe máquina del tiempo! Toda vez que nos fuimos, aquello dejo de existir.
El tiempo es el territorio sobre el que cartografiamos nuestras vidas. Todo lo que hacemos, deseamos, soñamos, está sustentado en el tiempo. Abordar el territorio en sí mismo, salvaje, en estado puro, sin cartografiar, es muy difícil. Por eso, las escasas veces que lo consigo, siento que logré… algo.
‘Dialograma: Una vez más con sentimiento’
Jaime Serra
Teatro Romea
Barcelona, octubre del 2020